Cultura

Quintana Roo es un estado con una gran diversidad cultural; el hecho de ser junto con Baja California las entidades más jóvenes del país —fue declarado Estado Libre y Soberano apenas en 1974— y lugar preferido de otros estados y otras partes del mundo como residentes permanentes, así como su vecindad con Yucatán y países del Caribe influyen en su multiculturalidad. Además, sus ricas tradiciones mayas dotan de orgullo y de sentido de pertenencia a sus habitantes.

Sin embargo, las políticas culturales que se han aplicado en la entidad han desaprovechado las múltiples ventajas que tiene el estado y no han sabido favorecer el desarrollo de las personas, como tampoco han impactado positivamente en el capital cultural que éste posee, como elemento imprescindible para recomponer el tejido social.

Las zonas arqueológicas de Quintana Roo, a través de las cuales puede admirarse la majestuosidad de su pasado, son principalmente Tulum, que es una de las más visitadas del país y se constituye en un referente internacional de la cultura maya, seguidas de Cobá, Kohunlich y Dzibanché, también de gran relevancia.

En cuanto a la gastronomía, los platillos que más sobresalen son la cochinita pibil, los panuchos y los salbutes, además de su cocina a base de mariscos y su gran variedad de ceviches.
Son particulares de esta región los bailes siguientes: La jarana, Los chicleros, Las cintas, La cabeza de cochino y el Samba y macho. Otras de las expresiones tradicionales representativas del estado son las artesanías elaboradas con materiales de conchas y caracoles, las hamacas de algodón y nylon y el bordado de huipiles.

El Carnaval de Cozumel es una festividad anual de gran arraigo en la entidad, pues se efectúa desde hace 140 años, y genera una derrama económica significativa.


Estas son sólo algunas de las manifestaciones culturales que deben ser revalorizadas e impulsadas a través de políticas que busquen no sólo su reconocimiento sino su permanencia y divulgación, como una estrategia clave para fortalecer el tejido social. La política cultural de la entidad debe orientarse, entonces a consolidar los lazos de pertenencia, fomentar la convivencia y avivar la identidad y el orgullo quintanarroense.


En relación a la infraestructura existente para difundir la cultura, en 2013 estaban habilitados para su funcionamiento 13 auditorios—tres menos que los que había en 2012—, 18 centros culturales, 4 galerías, 16 librerías, 12 museos y 9 teatros, según datos del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes.
Por su parte, datos del INEGI 2013 indican que en ese año había un total de 140 bibliotecas públicas, las cuales concentraban un total de un millón 365 mil 870 libros
en existencia y los usuarios hicieron un millón 918 mil 97 consultas.

Tabla 4.6 Bibliotecas públicas, títulos, libros en existencia, consultas realizadas y usuarios 2013

Pese a la gran riqueza cultural y a la infraestructura para el servicio de bibliotecas públicas existentes, los quintanarroenses por lo general no acuden a éstas. Lo anterior 
evidencia que los programas y políticas hasta ahora efectuados han dirigido sus esfuerzos mayoritariamente a la promoción del turismo, dejando de lado el reconocimiento de la cultura como elemento central en el desarrollo humano de los habitantes del estado.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales realizada por el Conaculta en 2010, sólo 27.4% de la población de Quintana Roo ha leído al menos un libro durante el año de la encuesta. Este mismo instrumento reveló que la asistencia a recintos culturales es baja, pues sólo 53.7% de los quintanarroenses ha asistido a una biblioteca; 47.3% a un museo, y 57.9% a una zona arqueológica, a pesar de ser uno de los cinco estados con la mayor cantidad de zonas arqueológicas.

En cuanto a la asistencia a espacios culturales, menos de 30% de la población asiste a presentaciones de danza, teatro o exposiciones de artes plásticas o visuales. No obstante, la misma encuesta revela que los quintanarroenses, en especial los jóvenes, tienen interés en estudiar arqueología, danza, música y artes plásticas.
En consonancia con esto, la apertura de espacios culturales dirigida a todos los

sectores de la población, tales como casas de cultura y escuelas de arte debe ser una prioridad. El impulso de la cultura debe reorientarse a promover los valores socialmente deseados, tales como la inclusión y el sentido de pertenencia.

La promoción cultural, en todos sus órdenes, deberá ser una tarea central en el esfuerzo de la actual administración por transformar la realidad social de la entidad, a través de políticas integrales. Sin duda, la recomposición del tejido social demanda del aporte de la cultura y, para lograrlo, ésta deberá ser una herramienta invaluable para fomentar la cohesión social.