La realidad social en nuestro país hace que en la agenda de las preocupaciones cotidianas, tanto de los individuos como de las familias, aparezca en los primeros lugares, los estragos que puede causar directa o indirectamente la violencia.
Esta situación anómala, a la que nadie debería acostumbrarse, es decir incorporar como un hecho común, repetido, y repetible, hace que se intenten buscar soluciones, que puedan estar al alcance de la mano de todos. En la mayoría de ellas se aspira a privilegiar la inmediatez sobre la efectividad.
Sin embargo como se trata de una problemática compleja, que no involucra sólo una variante, sino que se ponen en juego muchos factores, no se deben tomar decisiones a la ligera, ni mucho menos tratar de apagar un incendio con gasolina, es decir, jamás la violencia podrá ser salvada con violencia.
El gobierno de Carlos Joaquín, sabe y conoce muy bien los daños que ha causado, está causando o puede causar, la violencia en todas sus expresiones y manifestaciones, por eso desde el primer día de su gobierno está empeñado en aplicar las mejores prácticas para recomponer el tejido social, que lleve a Quintana Roo, los quintanarroenses y quienes, en cientos de miles nos visitan cada año, a vivir y convivir en el mejor clima de tranquilidad, seguridad y armonía.
Sin embargo no se puede ser aval de grupos de confrontación que atenten contra de la convivencia pacífica, cualquier expresión o acto de incitación a la violencia perjudica el futuro social y económico de la entidad, que ve fortalecido su desarrollo en la confianza de la ciudadanía hacia sus instituciones.
La libertad de expresión, de crítica, de reunión, de comunicación, de asociación y de manifestación, siempre serán respetadas. Existen las garantías jurídicas para que así sea.
Chetumal, Quintana Roo